Tuesday, March 6, 2012

Echados Entre los Tiestos -- Lección 2: Rahab

LECCION 2
  Rahab: la ramera


         Todas nosotras tenemos un pasado y muchas también hemos vivido experiencias que causan problemas en nuestra vida diaria.  Una niñez difícil, la muerte de un ser querido, el desempleo, un trabajo problemático o la disfunción de las relaciones familiares.  Si quienes han sufrido esas difíciles experiencias permiten que la amargura o el rencor crezcan en sus corazones, verán retardarse su crecimiento y desarrollo espiritual, o aún peor, paralizarse completamente.

          La historia de Rahab es la de una mujer completamente transformada.  Después que confió en el Dios de Israel, todo su pasado fue perdonado y aún físicamente destruido.  Por la fe, Rahab ingresó a una vida victoriosa.

           No todas las mujeres que vamos a estudiar fueron en el principio “cristianos” o “hijos de Dios”.  Así es el caso de Rahab, la ramera de quien encontramos su historia en el capítulo 2 de Josué.

          ¿Qué cosa buena podemos aprender de una ramera?  Si Dios la mencionó, es porque  debe tener algo de valor para nosotras.  Rahab fue una de las pocas mujeres mencionadas en el Antiguo y Nuevo Testamento.  Además ella es una de solo dos mujeres mencionadas en el famoso “Salón de la Fe” en Hebreos 11.  Si una ramera está incluida en Hebreos 11 entre personajes ilustres como Abrahám, José y Moisés, entonces hay algo importante en ella en lo cual nos debemos de fijar.  Vamos a estudiar su vida, para ver que es lo que Dios quiere que aprendamos de ella.

 I.  Una Mujer del Mundo (Josué 2:1)

          Rahab fue en su tiempo, una mujer muy similar a las mujeres que el mundo levanta hoy en día como ejemplos del feminismo.  Su trabajo fue uno altamente respetado en aquellos lugares y tiempos.  Hoy en día la conocemos como la profesión más antigua.   Ella fue una mujer sexualmente libre, probablemente fuerte de carácter, una profesionista, sustentadora de su familia, entendida en el clima político y con una red de contactos muy amplia.  En términos modernos ella fue un éxito de primera clase, y según la Biblia, ella traicionó a su mundo entero por un par de espías extranjeros.

 II.  Una Decisión Realizada (Josué 2:2-4)

           Aunque el mundo la exaltaba mucho, Rahab fue una persona que estaba perdiendo en la vida.  Ella trabajaba en una profesión que la desgastaba emocionalmente, físicamente y espiritualmente.  No sabemos la razón por la cual ella decidió ayudar a los espías, ni sabemos que había pasado para llevarla al punto de traicionar a su pueblo y cambiar de ser una pagana, a una creyente en Jehová.  Solamente sabemos de sus hechos y palabras en este momento grave de la historia.

          Desde el momento en que ella les dio la bienvenida a su casa, ella estaba jugando con su propia vida.  Desde el momento que ella los escondió en su techo, el mundo la declaró demente, pero desde el momento que ella decidió protegerlos, Dios la estaba cuidando.  Rahab debió haber hecho su confesión de fe en el Dios verdadero a estos espías.  Ella conocía perfectamente lo que les había ocurrido después de abandonar a Egipto.   La fe que ella puso en un Dios de quien ella conocía muy poco y en este par de espías, es la fe que Dios quiere que aprendamos a tener.  Es una fe que nos puede salvar a pesar de las decisiones que hemos hecho en el pasado y la vida que hemos vivido. 

          En el principio de esta historia, Rahab no fue una mujer salva. Ella fue una mujer del mundo, probablemente una a quien nosotras íbamos a considerar la más perdida de todas, pero en ese momento, la única cosa de importancia para Dios era su fe.  Ella reconocía quien era Dios y puso su fe en Él, “porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.” (v. 11)

          Como es indicado en 1 Corintios 2:28, necesitamos entender que Dios salva y escoge para su uso a toda persona que lo acepta: el indigente, el homosexual, el borracho, el perverso, el mentiroso, la ramera, etc.  Lo que es importante para Dios no es la vida que vivíamos, el trabajo en el que obramos, el nivel de educación que tenemos; lo que le importa es nuestra fe en Él.  Si alguien cree que es una persona buena la Biblia dice, “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia.” (Isaías 64:6)  Y si alguien dice que es demasiado malo para que Dios le acepte, la Biblia dice: “Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.” (Marcos 2:17)  Lo que le importa a Dios es nuestra fe en Él.  Al reconocer que nosotros no somos buenos (Salmos 14:1; Romanos 3:10), que estamos separados de Dios (Romanos 3:23), que merecemos el Infierno (Romanos 6:23ª, Apocalipsis 21:8), y que solo Él nos puede salvar (Juan 14:6; Hechos 4:10,12; 1 Timoteo 2:5) entonces si ponemos nuestra fe en lo que Él hizo por nosotros en la cruz , podemos ser salvos (Romanos 10:9, 10, 13). 

III.  Una Muestra de su Fe (Josué 2:5-24)

          Rahab fue salvada por su fe en el verdadero Dios, pero demostró esta fe a través de su acción de salvar las vidas de los espías.  El Nuevo Testamento habla de la fe de Rahab en dos pasajes, en Santiago y en el “Salón de la Fe” en Hebreos 11.

Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”  Santiago 2:25, 26

“Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.”  Hebreos 11:31

IV.  Una Recompensa Terrenal y Celestial (Josué 6:21-25)

          Por su fe, Rahab fue salva espiritualmente y físicamente.  Lo que podemos aprender de ella es que Dios la salvó y la usó donde ella estaba, en medio de sus pecados.  Él la cambió después, pero Él la aceptó en la condición en que ella se encontraba.  Por su gran fe, Dios la consideraba digna de ser una de las cuatro mujeres mencionadas en el linaje de Jesucristo (Mateo 1:5).  Para ver las cosas con perspectiva, Rahab era la bisabuela del Rey David y la suegra de Rut (madre de su segundo esposo, Booz).

           Pero su fe no solamente salvaguardó la vida de Rahab, también salvaguardó la vida de su familia.  La fe de Rahab debió haber sido tan real que toda su familia creyó su historia.  Estaban todos con ella cuando los muros de Jericó se derrumbaron.  Cuando una persona coloca su fe en Cristo Jesús, su vida cambia, sus familiares serán los primeros en notar la diferencia y los cambios que Dios empieza hacer en su vida. 

          1 Pedro 3:15, santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.”  Cuando tus familiares notan que realmente hay un cambio en ti y no es pasajero ni fingido, van a empezar a tener preguntas, tarde o temprano por tu ejemplo van a preguntarte la causa de estos cambios, cuando este momento llegue, llévalos a la Biblia y con tu testimonio verbal, explícales del testimonio espiritual que han presenciado.  Tú no los puedes salvar a ellos, pero puedes presentarles a quien los puede salvar  y dejarlos hacer su propia decisión.  Así es como tu familia puede ser salva así como la familia de Rahab.  Rahab, la ramera transformada.


Efesios 4:22-24

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,

y renovaos en el espíritu de vuestra mente,

y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.