Monday, February 6, 2012

"Echados Entre los Tiestos" Lección 1: Noemí

LECCION 1
Noemí: la viuda

Introducción: (Leer Rut 1:1)

          Normalmente cuando nos referimos al libro de Rut, nos enfocamos en el personaje principal, es decir, en Rut.  Pero realmente la historia de Rut es una extensión de la historia de otra mujer, llamada Noemí.  Su historia es de escasez, malas decisiones, pérdida, amargura, misericordia, esperanza y bendición.  Su vida es un ejemplo brillante de lo que Dios puede hacer con una vida quebrantada por las malas decisiones de cada uno.

          La historia que encontramos en este libro, no es muy diferente a la que viven muchas mujeres en la actualidad.  Ahora, también hay escasez  al igual que en aquel tiempo.   Noemí y su esposo Elimelec  junto con sus dos hijos Mahlón y Quelión vivían en el pueblito Belén de Judá.  Bajo circunstancias normales ese pueblito estaba conocido como un lugar muy próspero.  Hasta el nombre Belén significa “casa de pan.”  Era un lugar bendecido por Dios. 



I.  La Escasez

Belén era de la provincia de Judá, que es parte de Israel, el lugar que Dios había prometido y preparado para sus hijos.  Los cristianos podemos comparar Belén, con el lugar a donde Dios nos ha llamado, y de acuerdo a su palabra donde debemos morar.  Vivir en Belén, era estar en la voluntad de Dios bajo su protección y provisión.   Aun así, aconteció que en un momento a la “casa de pan” llegó el hambre.
 
          Desafortunadamente lo que pasó con Noemí y su familia es lo mismo que les ha pasado y les está pasando a muchas personas hoy en día, cuando están enfrentando la necesidad y la escasez: “Dudan de la provisión de Dios”.  Llegó un momento cuando las cosas ya no fueron tan fáciles.  A lo mejor por problemas económicos, disminuyeron el salario, o las horas de trabajo de Elimelec, o subieron  los precios del transporte y de la comida, o no pudieron pagar las cuentas y estaban  enfrentando la posibilidad de perder su vivienda.  Claro, la Biblia no nos dice estos detalles, pero imaginamos, que para ellos las circunstancias tenían que estar   aparentemente muy graves, para que decidieran mudarse de país y dejar “la casa de pan”.

          Antes de continuar, tenemos algunas preguntas para meditar.
Cuando todo está bien y tenemos todo lo que queremos:

¿Cómo está nuestra relación con Dios?

¿Oramos?  ¿Leemos la Biblia?

¿Realmente dependemos de Él?

¿Pensamos que todo lo que tenemos es producto de nuestros propios esfuerzos?

           En el mundo siempre ocurren situaciones difíciles, esto es parte de la vida,  por la que Dios permite que pasemos.  A veces, los momentos de caos son los únicos momentos, cuando Dios nos puede mostrar Su Poder, y por fin en el fondo de nuestro ser entendemos que no tenemos ningún poder sobre nuestras vidas.

            Recuerdan las palabras de Dios en Juan 16:33, “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. También, muchas veces, Dios nos muestra su Poder, en el momento que reconocemos nuestra debilidad.  Como dice en uno de los versículos claves para esta serie de lecciones, “y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte,” 1 Corintios 1:27.  Asimismo, en otro versículo el Apóstol Pablo cuenta la respuesta de Dios a un petición que él hizo para que lo librara de un problema en su vida y cuál fue su reacción a esta respuesta, “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte,” 2 Corintios 2:9 & 10.  Dios siempre tiene una razón y un plan para todo que pasa, así sea manifestado en la tierra o en el cielo.  Aunque como Job gritamos nuestra tristeza y dolor a Dios también como Job nunca debemos dudar del poder y de la  misericordia de Dios.
 
          Sin embargo hay muchas personas que cuando tienen calamidades en vez de buscar y pedir ayuda a Dios, deciden seguir adelante por sus propios esfuerzos, o buscan ayuda de otras personas o el soporte del gobierno.  Entre estas personas hay tantos cristianos que causan vergüenza.  Son cristianos que estuvieron tan acostumbrados a las comodidades de su vida bendecida, que olvidaron Quien les  brindó estas bendiciones. 

          Dicen creer en Dios, van a la iglesia y hablan muy bien de lo bueno que Dios es con ellos; pero en sus corazones realmente creen que le están haciendo un favor a la iglesia en dar sus diezmos; creen que al sentarse en una silla por un par de horas es suficiente para agradar a Dios y lo peor de todo es que creen que por aparentar ser “buenas personas” una vez a la semana, es suficiente para merecer las  bendiciones de Dios.  Ultimadamente salió un término muy apropiado para personas así, y es “cristiano-ateo”, porque con su manera de ser niegan la existencia de Dios, le desobedecen y no están sometidos a Cristo mediante una relación personal y regular, aunque con sus labios le alaban.  Con tristeza el Señor dice: “Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí,” Mateo 15:8.

           A las personas que no confían en Dios y no reconocen de quien viene la bondad que cubre sus vidas, cuando viene la escasez hacen malas decisiones porque han puesto su fe en cosas que perecen  y en personas que fallan,  y no en el Dios de su salvación.  Son como los de este versículo, “Pero engordó Jesurún, y tiró coces (Engordaste, te cubriste de grasa); Entonces abandonó al Dios que lo hizo, Y menospreció la Roca de su salvación,” Deuteronomio 32:15.
 
II.  Las Malas Decisiones

           (Leer Rut 1:1 &2)  Por falta de fe en Dios Noemí, Elimelec y sus hijos salieron de Belén, la “casa de pan.”  Ellos fueron a un país vecino a su provincia de Judá.  Se trasladaron a Moab y se quedaron allí.  Para el cristiano Moab es un símbolo del mundo, del compromiso, de la corrupción y de la enemistad con Dios. 

           Acuerdo con  lógica del mundo, trasladar su familia a Moab, fue algo no solamente bueno sino una demonstración de responsabilidad  por el parte de Elimelec y Noemí como padres.  Además, sus hijos allá tendrían estabilidad económica, social y mejores oportunidades, etc.  En fin, estaban convencidos que cambiar de país era la mejor opción para su familia.

          ¿Han escuchado del refrán que dice: “nunca es bueno hacer lo malo para hacer lo bueno”?  La decisión de Elimelec y Noemí cayó en esta categoría.  Era bueno que Elimelec y Noemí quisieran cuidar de su familia, que es un requisito de Dios, pero trasladarse a Moab, un país que Dios aborrecía era malo, porque desobedecían a Dios y no era la manera correcta de cuidar la familia. 
 
          A lo mejor, ustedes están pensando, “Pero ¡esto es injusto!  Si ellos se hubieran quedado en su país podrían haber muerto de hambre.  Seguramente Dios podía entender esto porque su intención era buena. ¿No es esto lo que verdaderamente importa?”

           Dios es justo, esto es lo que verdaderamente importa, y Él no aguanta la iniquidad.

           Surge otra pregunta, “Pero ¡Dios es amor!  ¿Cómo es posible que Él aborrecía un pueblo entero?”

          Es un hecho que Dios aborrecía al país de Moab.  Él hizo una regla que decía a los Israelitas que una persona de Moab no podía entrar en la congregación de su pueblo. (Deuteronomio 23:3)  Para entender el  ¿“por qué?” tenemos que desviarnos, un poquito de nuestro tema y ver un poquito de la historia pasada de los Israelitas.

          Lot era el sobrino de Abraham.  Dios lo había bendecido, de la misma manera que a su tío y Lot tenía muchas pertenencias y ganado.  Llegó el día que no había suficiente pasto para los animales de los dos entonces Abraham le dijo a Lot que tomara una decisión y que podía escoger de la tierra que Dios les había dado y  Lot utilizando la lógico del mundo, escogió la tierra más fértil y atractiva a los ojos, dejando lo menos apreciable a su tío.  Esto fue el principio de su ruina. 

          Para seguir la historia el armó su tiendo mirando hacia Sodoma y Gomorra.  La Biblia dice que él se sintió tan cómodo con estas dos ciudades de infamia que no solamente se mudo a vivir dentro de la ciudad, sino que se hizo oficial de aquellos lugares. Cuando Dios decidió destruir Sodoma y Gomorra, Abraham rogó por la salud de su familiar y Dios mandó sus ángeles para alertar y rescatar a Lot y a su familia.  Cuando los ángeles de Dios entraron a la ciudad, fueron confrontados con las iniquidades más viles del lugar.  Lot, intentando salvaguardar sus libertadores, evidenció el compromiso total de sus convicciones cuando ofreció sus dos hijas vírgenes a una multitud de perversos que querían tener relaciones homosexuales con los ángeles de Dios que estaban morando en su casa.  Los ángeles cegaron a la multitud y después Lot y su familia escapó de la ira de Dios huyendo de la ciudad.  Aunque los ángeles los alertaron de no hacerlo, la esposa de Lot miró atrás mientras que huían de la destrucción y Dios la convirtió en una estatua de sal. 

          Desafortunadamente esto no es el fin de esta historia, pero es la introducción al fruto de las malas decisiones, del compromiso y de la corrupción.  Lot pudo sacar sus dos hijas de Sodoma y Gomorra, pero no pudo sacar la influencia de estas ciudades en sus hijas.  Sus hijas lo emborracharon, y tuvieron relaciones con su propio padre.  De estas uniones incestuosas salieron dos hijos y uno de ellos fue  quien fundó el pueblo de Moab. 

          Aunque sus raíces fueron menos que morales, esta no fue la razón por la cual  el pueblo de Moab fue condenado por Dios.  Cuando los Israelitas estaban viajando para entrar a la Tierra Prometida tuvieron que pasar por el país de Moab.  La gente no los quiso ayudar y además les pidieron que salieran de sus tierras lo más rápido posible.  Como si su falta del espíritu hospitalario no fuera suficiente; también llamaron a un profeta de Dios y le pidieron que los maldijera.  Aunque Dios abrió la boca de un asno sabio; este burro de profeta intentó maldecir el pueblo de Dios; sin embargo como Dios sabía las intenciones del Profeta Balaán y las del malvado pueblo de Moab, el Ángel de Jehová dijo al Profeta “ve con esos hombres; pero la palabra que yo te diga, esa hablaras” (Números 22:35)  y las únicas palabras que salieron de la boca de este profeta fueron bendiciones para el pueblo de Dios.  Además durante el tiempo de los jueces el pueblo de Moab conquistó y subyugó los Israelitas varios veces y en Deuteronomio 30:7 la Biblia nos cuenta, “Y pondrá Jehová tu Dios todas estas maldiciones sobre tus enemigos, y sobre tus aborrecedores que te persiguieron.

          Ahora,  a lo mejor está más claro ver, que aunque la decisión de Elimelec y Noemí de mudarse para Moab parecía una decisión sabia, en realidad era una mala decisión.  Por no confiar y esperar en  Dios, fueron a pedir ayuda a sus enemigos.  Salieron de la “casa de pan” donde Dios les había prometido proveer para sus necesidades y fueron a la “casa de toda clase de inmundicia y chatarra”.  Traicionando sus principios, para lograr las comodidades transitorias de la vida.  Toda decisión trae un resultado.  Buenas decisiones traen buenos resultados.  Y entonces, ¿que  nos traen las malas decisiones?



 III.  La Pérdida

           (Leer Rut 1:3-5)  Por  sus malas decisiones Elimelec y Noemí salieron del lugar donde estaba la protección y provisión de Dios.  Y como consecuencia de malas decisiones, se evidencia que al salir de la protección de Dios, se pone en

peligro la familia.  A cambio de ellos encontrar  estabilidad económica y oportunidades en Moab, Noemí perdió a su familia, que en realidad era lo más importante. 

           Ahora, me  pregunto ¿son para el cristiano, las comodidades del mundo más valiosas e importantes, como para arriesgarse a perder su familia?



IV.  La Amargura

           (Leer Rut 1:6-22)  Después de la muerte de su esposo y de sus hijos, Noemí se encontró menospreciada por estar una viuda,  sin hijos y sin quien la cuidara.  Si la pérdida de su familia no era suficiente, ella ya estaba sin apoyo emocional y financiero en un país extraño y con la carga moral de cuidar de sus dos nueras.  Podemos imaginar el estado emocional en que Noemí estaba y que no era uno de alegría o paz, porque ella misma habla de su amargura en los Versículos 20 y 21.   Seguramente, mientras que ella buscaba como podía salir adelante, Noemí  se enteró que otra vez “la economía” (también conocido como “la bendición de Dios”) estaba bien en su pueblo.  Entonces, Noemí hizo lo único que debía hacer    para sobrevivir,  preparar el regreso a su país natal, con los tiestos que le quedaban de su vida.

          Algunas veces, cuando una persona está en la miseria, su egoísmo la lleva a pensar que “si YO estoy miserable entonces TODOS deben de estar miserables.”  Pero como podemos ver, en el caso de Noemí, que aun en medio de su amargura,  ella pensó en el bienestar de sus nueras.  Ya sabemos que históricamente había gran enemistad entre los Israelitas y los Moabitas, y también sabemos que Dios había condenado a los Moabitas por su mala conducta.   Además, en un versículo de la Biblia, Dios prohíbe a los Moabitas entrar y ser aceptados en la congregación de Su Pueblo.  Deuteronomio 23:3 dice, “No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová, ni hasta la décima generación de ellos; no entrarán en la congregación de Jehová para siempre.”

          Noemí sabía, lo que les esperaba a sus nueras, si iban con ella a Belén de Judá y en vez de no importarle el futuro de ellas; en los versículos 8 al 13, antes de salir de su viaje Noemí con su bendición les insistió y les dio la oportunidad de quedar con sus familias y en su pueblo.  Orfa una de las nueras, decidió quedar en su pueblo, con su familia y sus dioses.  Rut se aferró a su suegra, y una vez más Noemí con un corazón cansado y adolorida le insiste que se quede, pero cuando Noemí vio que Rut estaba tan  resuelta a ir con ella, no dijo más.

          Cuando las dos llegaron a Belén, todos los familiares y vecinos de Noemí se conmovieron  debido a los  cambios como consecuencia de las malas decisiones y la amargura habían hecho en el aspecto físico de Noemí.. (Jeremias 4:18; Proverbios 15:13)  Ellos preguntaban  “¿No es ésta Noemí?”  Y  Noemí les respondía: no me llaméis Noemí – que significa “dulzura y placentera,” sino llamadme Mara – lo que significa amarga, porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. – es muy fácil echar la culpa a otros por nuestras malas decisiones; sin embargo, “son nuestras decisiones”.  Y como casi todos, ella no reconoció lo bendecida que era, hasta que lo perdió todo.  En su amargura ella les hace una pregunta: ¿cómo puede ella ser llamada “dulzura” si toda su existencia ya es amarga?



V.  La Misericordia

          (Leer Rut 1:16, 17; 2:1-17)  Aunque  nuestra vida esté destruida a causa de las malas decisiones, si acudimos a Dios Él nos muestra Su misericordia.  Cuando Noemí, regresó al  lugar debido – en Belén, “la casa de pan” – Dios le mostró su bondad; y, porque Dios es infinitamente misericordioso, Él le revelo su misericordia a Noemí, desde el momento que ella se sometió y obedeció a Dios, cuando ella tomo la decisión de regresar a su país.  Dios no la dejó, porque aunque había perdido toda su familia, le quedo una nuera que estuvo dispuesta a dejarlo todo y a quedarse con ella
 
         La Voluntad  de Dios, también era que Ruth, una moabita, formara parte del pueblo de Israel, y así lo vemos en la historia, porque Rut es una de las mujeres que se menciona en el Linaje de Jesus. (Mateo 1:5). 

           En la primera parte del capítulo 2 de Rut encontramos evidencias de la Misericordia de Dios para con Noemí por medio de Rut.  Era el tiempo de la cosecha y Ruth salió a buscar comida para sostenerse ella y su suegra.  Por la Providencia y la Misericordia de Dios Rut entró al campo de  Booz, un familiar de Noemí. En aquellos tiempos, La Voluntad de Dios, era que en las cosechas los segadores dejaron una manita de su cosecha aquí y allá para que los pobres la recogieran.  Booz observó a Rut entre los que seguían y preguntó acerca de ella. 

Cuando habló con ella, le comento estaba impresionado por  lo que ella hacía  por su suegra y le dijo que  se quedara en sus campos y que  tomara del agua de sus segadores y  que comiera r de su pan.  También Booz mandó a sus trabajadores que  dejaran caer algo  extra,  para ella mientras que trabajaban.  Al final del día después de desgranar,  Ruth había recogido una efa de cebada, que son  aproximadamente 23 litros – es decir una cantidad impresionante!

VI.  La Esperanza

           (Leer Rut 2:18-3:5)  La misericordia que Dios mostró, produjo un cambio en la actitud de Noemí.  Ella reconoció la Misericordia de Dios (2:20) y le dio gracias por su infinita bondad.  En el capítulo 3, vemos que Noemí empieza a sentir  esperanza, no solamente por ella, sino también por la futura felicidad de su nuera. 

VII.  La Bendición

          (Leer Rut 3:6-4:12)  Por medio de una costumbre, que a nosotros parece un poco rara, Dios trajo la bendición a Noemí.  En el libro de Ruth,  Booz es un símbolo de Jesús y de como él iba redimir a su pueblo Israel.  El significado de lo que Booz  hizo es materia para otro estudio completo.  Lo mismo podemos decir de las acciones de Rut.  Basta decir que por la obediencia de Rut, Noemí recibió muchas bendiciones en su vida.  En el libro de Ruth encontramos muchas demonstraciones de la bondad de Dios, pero ninguna compararse a la bendición dado a la viuda, sin familia y relatada en los versículos 13 al 17 del capítulo 4.

13 Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su mujer; y se llegó a ella, y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo.

14 Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel;

 15 el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos.

16 Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya.

17 Y le dieron nombre las vecinas, diciendo: Le ha nacido un hijo a Noemí; y lo llamaron Obed. Este es padre de Así, padre de David.

 Conclusión:

          Dios es infinitamente bueno y aunque fallemos, si nosotros lo buscamos, Él nos da otra oportunidad.  Aunque tengamos que sufrir las consecuencias de nuestras malas decisiones, si nos rendimos a sus pies Dios tiene misericordia de nosotros.  Aunque lo hayamos perdido todo, si volvemos por sus caminos Dios nos da grandes bendiciones.


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